(…) Me encontraba en un jardín. Por un lado era verde con árboles, prados y flores; por otro, sólo había tierra. Yo estaba en el jardín hecho de tierra y tenía la forma de un árbol marrón oscuro con hojas secas.
Llegó un señor con una pinza y me dijo: – Desnúdate de tus pecados-.
Me quitó alguna rama y alguna hoja.
Retomé la forma normal, pero a mi lado había un gran vacío y detrás un pastorcillo.
Escapé corriendo al jardín verde donde me arrodillé a un señor vestido con pieles de animales que me dijo: – Te bautizo por segunda vez para quitarte los pecados, porque aquel vacío que has visto eran las personas que no creen en Dios, pecan y están tristes-.
En ese momento, detrás de mí, apareció el PADRE PÍO vestido con una túnica marrón, una cuerdecilla blanca atada, los ojos azules, una aureola en la cabeza y los agujeros en las manos. Me dijo: – Cuéntaselo todo a tu familia. Si has sido capaz de entender que quien no tiene pecados es feliz, debes hacérselo entender a los demás para que podamos ir todos juntos, felices, al reino de los cielos (…)